jueves, noviembre 08, 2012

Crimen y castigo

Midas y Medusa. Un romance muy breve

El 23 de mayo de 1940, las tropas del Reich tenían rodeado al grueso de los ejércitos aliados. Todo estaba perdido. Sin embargo una decisión de Hitler paralizó al Grupo de Ejércitos A comandado por el General von Rundstedt. Eso acabó permitiendo el enroque y con él la evacuación de más de 300.000 soldados de la bolsa de Dunkerque.
El genio militar del Führer demostraba no ser tal. La Alemania Nazi fallaba un gol a puerta vacía que terminaría siendo crucial.
Decía Borges que la barbarie es irrespirable, sólo se puede matar y morir por ella.
En el fondo Hitler, presupone, desea ser derrotado.

En la elogiada novela de Dostoievski "Crimen y castigo", Raskolnikov pasa igualmente del primer estado al segundo. Él mismo busca su condena, como una consecuencia moral de sus propios actos, como una forma de redención (en este caso a través del amor). La culpa antecede a la pena.

Cuenta Milan Kundera en "El arte de la novela" una kafkiana historia real. Un doctor viaja desde la Checoslovaquia comunista a Londres para asistir a un congreso. A su regreso a Praga, compra el periódico y lee una noticia que habla de un doctor que tras acudir a un congreso en Londres había hablado mal del régimen y había decidido desertar como un traidor. Ese hombre (flipó en colores) era él. Consternado por el error acude a la redacción del periódico a contar la verdad. Le remiten a la fuente: la policía. Un comisario muy simpático le dice que la información llegó del servicio secreto, pero que se tranquilice, que ya se han dado cuenta del error.
El hombre respira aliviado, aunque acaba de ser consciente de una realidad terrible, cada uno de sus pasos es seguido y observado. Ha sentido el castigo antes que el supuesto crimen. También eso es irrespirable. Poco tiempo después arriesga su vida para huir del país.

Schopenhauer decía que el verdugo y su víctima son una misma persona. Es posible que si comparáramos todas las culpas y todos los castigos de la humanidad en una balanza quedarían perfectamente nivelados. En los casos individuales no está tan claro.

Consideremos detenidamente la resaca.
Beber es la causa. El malestar del día siguiente es la consecuencia.
Si la resaca llegara antes, ¿qué norma moral podría ponerse en contra del alcohol?.

Estoy pensando en nuestro castigo por antonomasia: el trabajo.
¿Es nuestra mediocridad la que nos hace tener esos trabajos, o son esos trabajos los que nos terminan por volver mediocres?.

A lo mejor somos como Hitler y perseguimos inconscientemente nuestro castigo.
O somos como Raskolnikov y abandonamos nuestros objetivos, nuestro desafío al mundo, para acabar por merecernos nuestro trabajo (quizás por amor, por la familia o la simple supervivencia).

Tal vez sea al revés y somos como ese doctor checoslovaco: nuestro castigo es anterior a la falta. Tal vez nuestro trabajo nos da coartadas para renunciar.
La renuncia, ese heroísmo de todo a 100.

Todo el mundo alza la voz ante los recortes en educación (recortes en profesores y equipamiento, más bien) y nadie se queja de este sistema educativo que nos convierte en masa, en tontos útiles (universidades incluidas, esas son las peores).

No estaría de más empezar a pensar en cuál ha sido nuestro crimen: el conformismo, la pereza, el pánico al error, la ambición manipulable...
Porque de ahora en adelante el castigo va a ir a peor.

11 comentarios:

Lilith dijo...

"La edad moderna representa el triunfo de la mediocridad colectiva."
Ha costado mucho, conseguir tanta gente gris, manipulable y desinformada. Los que nos gobiernan han hecho suya la frase de Mao "Leer demasiados libros es peligroso" e incluso les sobra el demasiados. Estamos tan "aborregados" que elogiamos al mas mediocre entre los mediocres.
Hoy tocaba pensar, gracias. Un beso.

Dalicia dijo...

...

Debate amplio y largo... Prefiero igual en un futuro, con una caña o un zumo. ;)

bss!!

ro dijo...

Todos somos culpables. El sistema educativo actual no funciona y seguimos alimentándolo. No sé si has ist este video, pero me parece muy revelador.
http://m.youtube.com/#/watch?v=AZ3JmuaUrxs&desktop_uri=%2Fwatch%3Fv%3DAZ3JmuaUrxs&gl=ES

Espartaco dijo...

Supongo que cuando este blog se eleve a la categoría de papel y se acumule en estanterías y almacenes por nuestra incapacidad de pensar esta entrada deberá figurar en el prefacio. (O incluso en las solapas si no es edición rústica)

Verillo dijo...

Que razon tienes, al final esto se convierte en un que fue antes el huevo o la gallina...

HombreRevenido dijo...

Gracias a ti, Lilith.
Seguramente tenemos lo que nos hemos ganado. En lugar de hundirnos eso debe motivarnos a ser auténticamente creativos.

Dalicia, venga ese debate. Sin zumo y con el triple de cerveza.

Ro, estoy muy de acuerdo con las ideas de Sir Ken Robinson.
Pero aunque el sistema educativo no funciones tenemos que tener el suficiente sentido crítico y la suficiente iniciativa para superarnos. A ver si somos capaces.

Gracias, Espartaco. ¿Qué haremos nosotros criando polvo en formato papel?. Los bytes son más ecológicos y biodegradables.
Con un poco de suerte el pensamiento irá a más y conseguiremos un mundo mejor (ya ves, optimismo no me falta).

Verillo, esa es la cosa. Yo no lo sé. Por eso pienso en ello. Algún día lo averiguaremos.

Lilith dijo...

Gracias por compartir el vídeo Ro, lo he enlazado en varios sitios.

Carmen J. dijo...

Magnífico post.

El niño desgraciaíto dijo...

El crimen se llama irresponsabilidad y el castigo... En este caso crisis, paro, desahucios...

Cardo dijo...

Gran post. Le recomiendo el libro "El hombre en busca de sentido". Toda explicación que he intentado pergeñar, quedaba con un aire a catecismo que me molestaba para esta mañana de sábado (hablando de mediocridad....). En esencia, cada uno somos 100% responsable de la actitud personal que tomamos ante las circunstancias de la vida (o el destino). El crimen ya está cometido, a ver como reaccionamos ante el castigo

HombreRevenido dijo...

Carmen J., mil gracias.

Niño desgraciaíto, y lo que queda.

Cardo, si yo le contara... tengo ese libro y lo leeré en cualquier momento.
Es un buen apunte lo de la actitud frente al castigo. A lo mejor eso es lo que marca la diferencia entre ser feliz y sentirse desgraciado.